Monumentos y esculturas
En el año 1888, Barcelona organizaba la Exposición Universal. Como puerta de entrada a la feria, situada en el Parque de la Ciutadella, se levantaba el Arco del Triunfo. Un monumento de forma y proporciones clásicas pero de acabados escultóricos y decorativos, rompedores y llenos de simbolismo, que constituyen uno de los iconos de la ciudad.
Delante de la muralla romana de Barcelona, allí donde el acueducto llegaba a la ciudad, encontramos este poema visual de Joan Brossa. Leemos la palabra Barcino, el nombre romano de Barcelona a la que rinde homenaje el artista con esta curiosa escultura, perfectamente integrada con las piedras más antiguas de la ciudad.
Llamativa tanto por sus colores como por su tamaño, la escultura de la Cara de Barcelona no pasa desapercibida. Todo el mundo tiene una opinión sobre esta pieza que desde la época olímpica decora un extremo del
Port Vell de Barcelona, mezclándose con el pasado portuario y el presente de una de las zonas de ocio de la ciudad.
La visita a un cementerio es siempre una experiencia estremecedora. Caminar por el cementerio de Montjuïc es, además, un paseo por una ciudad en miniatura, la ciudad de los muertos y el silencio. Encaramado en la montaña delante del mar, esta necrópolis de Barcelona conserva obras de arquitectura funeraria de gran valor y la única
colección de carrozas fúnebres de Europa.
Para entender por qué un cementerio también puede estar lleno de arte, sólo hay que acercarse al de Poblenou. Cuenta con dos áreas diferenciadas, la original y la que se amplió durante la segunda mitad del siglo XIX. Está salpicado de rincones de gran interés artístico, histórico y emocional.